domingo, 30 de marzo de 2014

Funeral


Eran hombres de manos severas

talladas por el trabajo y el brandy,

mujeres de rostros negros

como estatuas de marfil africano


-una sopa escuálida ascendía hasta

sus labios y allí moría sin prisa-


aquellos rostros arcaicos que emergían ahora

ante ojos desconocidos

sabedores de la ciencia de la muerte

de cómo se lleva estación tras estación

sus frutos maduros

y los aniquila bajo los almendros florecientes


aquellos ojos como pozos que entendían

mucho mejor que nosotros qué es la pobreza

y la pasión sin esperanza


eran en realidad parientes míos,

tuyos,

carne de tu carne y sin embargo


nada más lejano que este funeral vacío,

estas arrugas de mujeres desoladas

que aprietan sus manos contra el crucifijo


y ahora te indican el camino:

'carga el féretro'

te dicen

-es la tradición-


y entonces tú debes acercarte

a aquel rostro blanco como la nieve,

vacío como la nieve,


y arrimar tu hombro para cargarlo


mientras afuera comienzan a florecer

los almendros


y la primavera se despierta


como si esta orgía de luz

no conociera la piedad,


no conociera la misericordia.






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