viernes, 12 de diciembre de 2014

Rottelgrum visitado por su padre y por un médico


 Medita un instante

(No se puede,
has de tomar una decisión

esta tarde,
a lo sumo mañana,

¿A qué estás esperando?)


toma tu tiempo y respira,

respira,

no hay un lugar al que llegar

ni una imagen a la que ser fiel y seguir


( Debes tomar ese trabajo,

debes hacer lo imposible

por llevar un dinero a tu casa,

no importa otra cosa,

el trabajo es tu único ídolo)


Medita y respira

y comprende la vanidad de las cosas

-desprecia la seriedad de este mundo-


( -Así están las cosas,

hacer de cerrajero y de leñador

por la mañana

y atender el correo por las tardes


y luego estudiar- formarse, sí-

fetiche favorito de nuestra generación,

formarse y emprender

- no hablamos de surcar mares

ni de perseguir las reglas de Odiseo)


Nada debe quitarnos el sueño

y mucho menos las quimeras

-la vida es ruido y polvo

y quizá algo menos importante

que una novela de Faulkner-


( siempre es peor

no tener nada que hacer

y perder el tiempo -perderlo-

¿Haces acaso otra cosa,

ahí sentado, leyendo,

tomando notas,

como si aún a tus cuarenta y cinco

-o cincuenta, o setenta- años

tuvieras que aprender de nuevo

el alfabeto de este mundo?)


Respira.

Medita.

Afuera aúllan los cuervos.



Lo harán aún

por otra noche.


Y por otra.


Respira.

Medita.

Nada hay por lo que perder

el pequeño goce de la vida.


( El uniforme se halla

sobre la estantería azul.

No olvide nunca dejar las llaves

sobre la encimera de cristal).








miércoles, 3 de diciembre de 2014

Escritura



Y es así como se comunica

un cuerpo con el otro:

el de aquella extraña cavidad

que alberga mundos


y el de esta lámina sustraída

a una encina mutilada.


O lo que es lo mismo:

los ojos de Prometeo en el papel.


Pero es mejor así,

que no exista comunicación.


Dejemos que aquellos mundos

permanezcan en su cueva ósea

y que la piel del árbol,

vieja excreción del pergamino,

conserve su mutismo

y su vacío sin mácula.


En otras palabras,

amigos:


renunciad


a la tentación de la escritura.