Medita un instante
(No se
puede,
has
de tomar una decisión
esta
tarde,
a lo
sumo mañana,
¿A
qué estás esperando?)
toma tu tiempo y respira,
respira,
no hay un lugar al que llegar
ni una imagen a la que ser fiel y
seguir
(
Debes tomar ese trabajo,
debes hacer lo imposible
por llevar un dinero a tu casa,
no importa otra cosa,
el trabajo es tu único ídolo)
Medita y respira
y comprende la vanidad de las cosas
-desprecia la seriedad de este mundo-
( -Así están las cosas,
hacer de cerrajero y de leñador
por la mañana
y atender el correo por las tardes
y luego estudiar- formarse, sí-
fetiche favorito de nuestra generación,
formarse y emprender
- no hablamos de surcar mares
ni de perseguir las reglas de Odiseo)
Nada debe quitarnos el sueño
y mucho menos las quimeras
-la vida es ruido y polvo
y quizá algo menos importante
que una novela de Faulkner-
( siempre es peor
no tener nada que hacer
y perder el tiempo -perderlo-
¿Haces acaso otra cosa,
ahí sentado, leyendo,
tomando notas,
como si aún a tus cuarenta y cinco
-o cincuenta, o setenta- años
tuvieras que aprender de nuevo
el alfabeto de este mundo?)
Respira.
Medita.
Afuera aúllan los cuervos.
Lo harán aún
por otra noche.
Y por otra.
Respira.
Medita.
Nada hay por lo que perder
el pequeño goce de la vida.
( El uniforme se halla
sobre la estantería azul.
No olvide nunca dejar las llaves
sobre la encimera de cristal).