lunes, 3 de marzo de 2014

Avistamiento en Évora


Los habitantes de Évora

-un pueblecito en Portugal-

despertaron aquel día

-ancianos embutidos
en sus boinas,
muchachos que se dirigían a sus escuelas-

con una visita inesperada

y esta vez no era un político importante
o un actor distinguido
quien visitaba esta ciudad de provincias

-no, el extraño visitante
colgaba en el cielo
como Sirio en una noche de verano
o la estrella más brillante
que podáis imaginar-

el temor mezclado
con la esperanza
-el día definitivo,
la alianza al fin sellada-

las ancianas abandonaron
sus hilares
y se postraron ante el ídolo
con el corazón abierto
en vainas.

Casi antes del mediodía
se pudo poner nombre
a ese salvador
con cuerpo de astro firme
y orgulloso.

En el noticiario
-y entre los más sabios-
lo llamarían más tarde

globo aerostático.





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