Así caminan los hombres
de los que hablo
y entre los que me encuentro.
Con la mirada perdida
en el mismo punto de siempre,
como el día que infinitamente
se repite
para suspirar profundamente
y decir
nada,
como Valéry decía de la muerte
-nada, un profundo humo-
meseta castellana herida
de algo más hondo que el silencio
o pariente lejano suyo
y sin embargo
gran conocedor de sus entrañas
algo que se posa como un pájaro
cansado
sobre el ladrillo húmedo
de antiguas panaderías
u hornos de leña sin uso
y pronuncia
con aliento de piedra
No hay comentarios:
Publicar un comentario