Sobre la meseta
el sol de primavera
deja de ser
una luz suave y
serena
para convertirse en
fuego seco
-de ése que se
utiliza
para quemar los
abrojos
y las zarzas-
También quienes
habitamos
aquí durante un
tiempo
supimos que no
éramos
sino abrojos y
zarzas,
carne abrasada en
silencio
y bajo el signo del
animal
humillado.
Ahora que comienza
el almendro a
florecer
tampoco este fruto
será
para nosotros
la meseta se cobrará
su pieza
pues la primavera
es también
su época de caza.
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