No había allí
símbolos
ni un significado
oculto
dispuesto a ser
desvelado
no como si
pudiéramos retirar
un velo a la estatua
recién
comprada
o a la piedra
sagrada hundida
por milenios en la
tierra
Allí donde un
hombre solitario
golpea el suelo con
su vara
o donde un perro
abandonado
busca un rincón
donde orinar
no hay mucho
secreto,
tampoco aquí donde
yo vivo
y donde envuelvo el
papel de mis cigarros
como un paquete
destinado a una isla remota
o cuando uno sale a
la calle
y atraviesa el carro
con olor a cera
de una virgen
cargada sobre hombros
de gente muy antigua
que huele a viejos
arcones
y a viejas
primaveras
acaso esta flor
naciente
sobre raíces
húmedas
no sea entonces sino
el único
símbolo disponible:
una ofrenda
a los muertos
que no acaban de
morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario