No mucho más que unos ojos
cansados
Nada de esa elocuencia poética
que exigen los creadores
de la alta literatura.
solo un arco de piedra
y un hombre ebrio y vacío
con las manos sobre el asfalto.
Ahí tienes todo tu orgullo
y tu ruina.
No lo diría ese niño rencoroso
que te acusa
desde el agrietado marco
de su foto.
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