sábado, 14 de junio de 2014

Lemniscata (VIII)


[-1163, 1163]

La muerte- un asunto de duelo, no un asunto de reflexión.

[-1164, 1164]

Desbrozar y dividir los factores a explicar en sus mínimos posibles- ir hasta el fondo, en el sentido de reducir y simplificar las fuerzas implicadas en cada caso. Un método familiar a los mecanicistas franceses, que acostumbrados a la simplicidad, incluso vieron como un oscuro objeto metafísico las fuerzas a distancia newtonianas. Aplicar el mismo método a todo lo que pueda ser objeto de reflexión- la comunicación humana, la política, la moral- y sobretodo saber diferenciar aquello que es objeto de reflexión y aquello que, a causa de su naturaleza particular, resuelve su inteligencia en relación con otras cualidades- afectos, actitudes, pasiones, etc-.

[-1165, 1165]

Alguien que no solo apenado por la muerte de un ser querido, sino que, intentando razonar acerca de la intensidad de la pena, deduce que ésta representa un injerto antinatural en la condición humana. Su conclusión es clara: la muerte es algo ajeno a la naturaleza humana, por tanto, la muerte no es nuestro destino real. Vivimos para la vida eterna- siguiendo a Schelling, solo la vida eterna es vida- y esto aplaca y sobre todo, hace comprensible la intensidad de aquella pena. Con ello, se olvida que la muerte no es un asunto de la inteligencia, sino de los afectos- y que abordar este fenómeno a través de la pura inteligencia solo produce teorías metafísicas y ultramundanas como justificación de las pasiones. Es por eso que Feuerbach se equivocaba groseramente cuando decía que la religión era un invento de la pasión. La religión es un invento de la razón por hacer aceptable para sí la intensidad sobrenatural de la pasión.

[-1166, 1166]

Nada más ajeno a toda complicación religiosa o teológica que un programa de clarificación de los conceptos. Es por eso que un espíritu religioso como Wittgenstein tuvo que abrir un precipicio entre un terreno y otro. Pues nada ama más el espíritu religioso que la complicación de la inteligencia en los fenómenos humanos.

[-1167, 1167]

Para Hegel, el [futuro] amo es aquel que desprecia su vida arriesgándola, o que por haber arriesgado su vida ha logrado superar precisamente el miedo a la muerte. La superación de ese miedo es precisamente lo que garantiza el poder y la libertad; la conservación de ese miedo es lo que genera el comportamiento religioso. Pero como el comportamiento religioso incluye la aceptación de un mal sobrenatural que nos aflige, el comportamiento religioso es por esencia un comportamiento esclavo.

[-1168, 1168]

No hay Dios una vez que la muerte ha dejado de causar pavor al corazón.





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